Ni el futuro lo hunde
Un día yo estaba en la casa de mi tía Magdalena.
Siempre voy los fines de semana, en las vacaciones de invierno y verano. Cuando entré a su garaje vi en una caja grande, entre todas las cajas que mi tía colecciona una antena larga que sobresalía de la caja, era una silla con muchos botones y aparatos. Yo en el momento tuve la idea de pensar que era una de todas las cosas que mi tía colecciona. Me emocioné y me quise sentar ya, cuando de repente vino mi pesado primo Alex.
-¿Qué haces?- me dijo
-Nada- le dije
-Pero estas son las cosas de la tía, yo le voy a decir que se las agarraste.
-No, no, no, para, no le digas nada te voy a dejar usarla, si me prometes que no le vas a decir nada, ¿eh?
-¿Prometido?
-Bueno, bueno esta bien pero la uso yo primero.
-Sí, dale
Yo me hice la disimulada, me fui a la cocina a tomar un vaso de jugo y dejé a mi primo solo con la silla.
Mi primo se subió a la silla y vio un botón rojo que decía: “VIAJE EN EL PASADO”
A Alex le parecía un poco extraño y tonto lo que decía aquella frase; corrió rápidamente hacia mí a decirme lo que leyó, yo fui a ver lo que pasaba; Alex se tropezó con algo y me empujó hacia la silla y sin querer apreté el botón rojo. Se hizo una luz blanca como si hubiera caído un relámpago, y Alex desapareció de mi vista, yo aparecí en un barco muy lujoso y lleno de gente rica, y ahí es cuando me di cuenta de que estaba en el “Titanic”.
Alex se asustó y decidió llamarme por el celu yo gracias a Dios lo tenía en el bolsillo; lo agarré y atendí desesperada, le dije:
-Alex, Alex, ayúdame, ayúdame a salir de aquí.
-Para nena no se ni donde estás cómo querés que te ayude
-Bueno no te precisás enojar así.
En ese momento se me ocurrió que se sentara en la silla y apreté el botón rojo.
Cerré el celular y en un instante apareció al lado mío.
Tres semanas después:
En una de esas tardes donde el aire cortaba del frío y el océano era un espejo de hielo; el Capitán y sus vigilantes divisaron un iceberg enorme ante ellos; demasiado tarde…
El viaje en el Titanic resultó ser toda una ilusión, Alex y yo volvimos a la realidad encontrándonos sentados en las mismas sillas en la casa de la tía. Sin embargo Alex descubrió que el botón rojo sí existía…
Loana González y Alex Gallinger
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